jueves, 19 de noviembre de 2009

La televisión: una caja no tan boba


Televisión significa “visión a distancia” (el prefijo tele suele decir distancia). Su prehistoria puede remontarse al descubrimiento de las propiedades del selenio –que expuesto a la luz varía su resistencia eléctrica- en 1873. Sin embargo, sería recién en 1906 cuando se llevó a cabo la primera experiencia práctica de un aparato eléctrico para transmitir imágenes. En 1926, el físico inglés John L. Baird realizó la transmisión del rostro humano frente a miembros de la Royal Institution de Londres.
Por otro lado, el ruso-americano David Sarnoff inauguró en Nueva York la Feria Mundial de 1939. Con la presencia del entonces presidente, Franklin D. Roosevelt, se inauguraron también las transmisiones de televisión.


Lea el siguiente texto y decida dónde ubicar los siguientes subtítulos:
1. Color y retorno a la democracia
2. El monopolio del viejo Canal 7
3. Los nuevos canales: hecha la ley, hecha la trampa
4. Los orígenes
5. Los setenta: época difícil
6. Un poco de historia

A. ______________________
A diferencia de lo que sucedió con la radio en nuestro país, que surgió por iniciativa privada (la de los “locos de la azotea”), la televisión fue una cuestión pública. Es decir que el primer canal (el 7) fue impulsado desde el Estado, durante el gobierno de Juan Perón, el 17 de octubre de 1951.
Entre los que participaron de este impulso estaban el médico Enrique Susini, quien además de haber sido un pionero radial tenía un estudio de cine, y el dueño de Radio Belgrano, Jaime Yanquelevich, quien así inauguró una larga relación entre su apellido y los medios de comunicación.

B. ______________________
“Jaime Yanquelevich, dueño de Radio Belgrano y pionero de la radiofonía argentina, fue quien tomó la decisión de traer la televisión al país. En su determinación había influido la insistencia de su hijo Miguel, fallecido en 1949. Éste era un entusiasta del nuevo medio, al que seguía a través de publicaciones internacionales.”
En “Homenaje a la TV argentina”, revista La Maga, enero de 1995.
“Yo no valgo por lo que hice; yo no valgo por lo que soy ni por lo que tenga. Yo tengo una sola cosa que vale y la llevo en corazón: el amor de mi pueblo”. Las palabras quebradas por la emoción y la imagen de una débil Eva Perón desde el balcón de la Casa Rosada marcaron el inicio de la televisión en Argentina. Era el 17 de octubre de 1951, y tres cámaras registraron y transmitieron las famosas palabras de Evita, que fueron captadas por los escasos televisores que había en nuestro país. Un comienzo muy simbólico: Evita y el balcón de la casa de gobierno. En la historia de la TV argentina abundan estos registros audiovisuales que exhiben al poder, el balcón como símbolo y algún hecho convocante (el regreso de Perón, Malvinas, Semana Santa? Para ratificarlo en las imágenes televisadas.
En el año anterior, Jaime Yanquelevich había traído de Estados Unidos una antena de cincuenta metros y un transmisor. El precario equipo tuvo un costo de 26 millones de dólares y la antena fue instalada en la terraza del entonces Ministerio de Obras públicas.

C. ________________________
Durante casi una década, Canal 7 fue el único en el aire en Argentina. Como canal estatal, sufrió las mismas oscilaciones que la política nacional, justamente por ser propiedad del Estado. El canal 7 originariamente transmitió desde el Alvear Palace Hotel y luego pasó al Palais de Glace, donde se armó un estudio circular. Todo era bastante improvisado, se iba aprendiendo paso a paso, con el avance del nuevo medio.
El primer anunciante fue la tienda Gath & Chaves, que presentaba su propio programa, como ya había hecho en radio; existía también un noticiero (“el de las 22”), que estaba auspiciado por Uvasal. En 1953 la editorial Julio Korn publicó Teleteatros, al primera revista dedicada al nuevo medio. A pesar de sus únicos dos números, demostraba el temprano interés que estaba produciendo la TV. Mientras tanto, distintas obras internacionales eran llevadas a la pantalla chica por Francisco Ibañez menta. La pantalla también acercaba los triunfos automovilísticos de Juan Manuel Fangio y el programa de preguntas y respuestas Odol Pregunta iniciaba su historia.
Como afirman Marcelo Massarino y Julio Petrarca en el número “Homenaje a la TV argentina” de la revista La Maga, “El primer canal oficial no tuvo competencia durante sus primeros nueve años de vida, aunque los vaivenes políticos y los golpes militares incrementaron la lucha por el control de los medios de comunicación. En 1954 el Canal 7 fue manejado por la Asociación Promotora de TV, con la dirección artística de Paloma Efron, Blackie. Una de las banderas de la denominada Revolución Libertadora, el gobierno militar que derrocó al presidente Juan Domingo Perón en 1955, fue ‘el desmantelamiento del aparato estatal de radiodifusión’ considerado como un medio propagandístico del peronismo y símbolo del monopolio estatal de la información. En 1958, el gobierno militar, mediante un cuestionado llamado a licitación, adjudicó los canales capitalinos 9, 11 y 13 y dos emisoras del interior tan sólo tres días antes de la entrega del mando al nuevo presidente constitucional, Arturo Frondizi, quien ratificó las nuevas licencias”.

D. _____________________________________
Las emisoras privadas comenzaron a salir al aire en 1960. las empresas que obtuvieron la cuestionada licitación de la revolución Libertadora fueron la Compañía Argentina de Televisión (CADETE, que provenía de la industria cinematográfica) para explotar Canal 9; Difusora Contemporánea (Dicon, vinculada con la Compañía de Jesús) para Canal 11; y Río de la Plata TV S.A. (una mezcla de ganaderos conservadores, publicitarios y algunos representantes de la UCR del Pueblo), que se quedó con Canal 13. Era evidente que para poner en marcha los nuevos canales hacía falta mucho dinero; entonce, y a pesar de que el decreto-ley 15.460 prohibía la inversión de capitales extranjeros en el sector, los recién llegados idearon un modo para contar con dinero de afuera sin (en teoría) faltar a la ley. Así fue como se crearon las productoras asociadas a los canales, que sin violar la letra del decreto-ley (que no decía nada acerca de las productoras), permitió el acceso de los capitales estadounidenses en la nueva televisión privada.
Durante estos años se recuerdan, entre otros, la creación de Alberto Olmedo, Capitán Piluso, Pepe Biondi; Juan Carlos Altavista y su Minguito. También empezaron los almuerzos de Mirtha Legrand y Telenoche contaba con la conducción de Mónica Cahen D’Anvers, Andrés Percivale y Tomás Eloy Martínez.

E. ________________________________________
La televisión de esta década estuvo fuertemente signada por el clima político del país, especialmente agravado desde la muerte de Perón y el débil gobierno de su viuda, María Estela Martínez. Con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, los contenidos de la televisión se vieron cada vez más restringidos.
Es a principios de los setenta cuando surge en Canal 11 Tiempo Nuevo, conducido por Bernardo Neustadt. Mientras una pequeña Andrea del Boca llora en Papá corazón, aparece la competencia a la hora de los almuerzos (con la vedette Nélida lobato en el 13, y la parodia de Haydeé Padilla en el 11, Almorfando con la Chona).
En 1974, debido a una discutida presunta caducidad de las licencias, los canales privados pasaron a manos del Estado, lo que provocó un control cada vez mayor de los contenidos televisivos, que se profundizó con el golpe del 76. El único que no aceptó esta medida fue Alejandro Romay, que inició un juicio que terminaría devolviéndole su Canal 9 unos años después.
Como recuerdan Massarino y Petrarca, en 1976 “se isntala una dictadura feroz basada en la ausencia absoluta de libertades y una política económica que conduce a José Martínez de Hoz. También es el espacio temporal en el que la Copa Mundial de Fútbol queda en Argentina y sobresalen Guillermo Vilas (tenis), Carlos Monzón (boxeo), Víctor Emilio Galíndez (boxeo) y Carlos Reutemann (automovilismo)”.
Para la transmisión del Mundial de Fútbol de 1978, realizado en nuestro país, Canal 7 inicia la televización en colores y pasa a denominarse Argentina Televisora Color (ATC), pero la novedad tecnológica es sólo para el exterior, porque las transmisiones locales seguirán siendo en blanco y negro por un tiempo más.
Cada una de las Fuerzas Armadas controló y administró un canal de televisión entre 1976 y 1983: la Marina el canal 13, el Ejército el canal 9 y la Aeronáutica el canal 11.

F. ____________________________
El 30 de abril de 1980, a la medianoche, dos canales que ya estaban en el aire –ATC y el 13- comenzaron sus transmisiones en color. La bandera nacional inauguró esta etapa, que siguió con la grabación de la final del Mundial 78 (Argentina-Holanda) en el canal del Estado. Por su parte, Canal 9 introdujo algunos programas en color a partir del 9 de mayo, mientras que el 11 continuó viéndose en blanco y negro. Un terrible recuerdo de esta década es la guerra de Malvinas de 1982, durante la cual José Gómez Fuentes promovió un falso y exagerado triunfalismo desde el noticiero de ATC. También de esta época son los famosos “Comunicados”, que interrumpían la programación continuamente para dar “partes de guerra”, muy alejados de lo que en realidad estaba sucediendo.
La derrota de Malvinas provocó la caída del general Leopoldo Galtieri, presidente de facto, y abrió el camino al último tramo de la dictadura militar, que en 1983, con elecciones mediante, entregaría la presidencia a Raúl Alfonsín.
A partir de 1986 aparecen algunas nuevas ideas en la pantalla, como el “periodismo humorístico” y programas testimoniales. Pero, a pesar de la flamante democracia, algunos programas sufrieron la censura. En octubre de 1986, una polémica encuesta sobre el tamaño del pene determinó que Cable a tierra, el programa de “Pepe” Eliaschev fuera levantado de la pantalla de ATC. En abril de 1989, el segundo capítulo de El galpón de la memoria –un documental sobre las dictaduras en nuestro país- conducido por Enrique Pinti no salió al aire.
En diciembre de ese mismo año, el presidente Carlos Menen firmó un decreto modificatorio de la Ley de Radiodifusión de la dictadura, que permitió privatizar los canales que aún quedaban en manos del Estado. El 13 pasó a manos del Grupo Clarín y el 11, de un grupo de empresas entre las que se encontraba Editorial Atlántida; Canal 9 ya estaba en manos de Alejandro Romay y el 2 en las de Héctor García)

Responda:



1. ¿En qué se diferencia el surgimiento de la radio del de la televisión?
2. ¿Qué fue lo primero que se transmitió por televisión en nuestro país?
3. ¿Por qué la llamada Revolución Libertadora llamó a licitación de nuevos canales de TV?
4. ¿Cómo hicieron los nuevos canales de televisión para conseguir dinero extranjero y no violar el decreto-ley 15.460?
5. ¿Qué cambio tecnológico fue introducido para el Mundial’78? ¿Qué efecto tuvo para los televidentes argentinos?
6. ¿Cómo y para qué fue utilizada la TV durante la guerra de Malvinas?
7. ¿Qué hizo Carlos Menem con la televisión?


viernes, 30 de octubre de 2009

Codificar / decodificar

El investigador Stuart Hall, integrante de la Escuela de Birmingham, publicó en 1973 un trabajo de gran importancia para el análisis de la comunicación. Hall combinó los aportes de la Semiótica y la teoría marxista para entender estos fenómenos. El autor afirma que en la producción de la significación de un mensaje y, por lo tanto de cualquier producto mediático, intervienen activamente dos procesos, el de la emisión y el de la recepción, que son diferentes.
Según Hall, el emisor realiza una operación de codificación para transmitir una idea. Así, un mensaje está formado por una serie de distintos tipos de signos organizados a través de esa operación de codificación. Este mensaje es decodificado por el receptor según sus propias circunstancias. En los procesos de codificación y decodificación interviene una combinación de códigos que varía de acuerdo con las circunstancias en las que tienen lugar los procesos de emisión y de recepción. Entre estas dos instancias existe, entonces, una asimetría: las condiciones de la emisión de un mensaje nunca son las mismas que las de su recepción. Por lo tanto, la comunicación no es nunca un proceso lineal de transmisión de información.
Cada vez que vemos un programa de televisión, que leemos algún articulo en la prensa o que escuchamos una canción en la radio, otorgamos a estos distintos mensajes un sentido que va a ser diferente del que le otorgan otras personas o del que pensó el mismo emisor.
Sin embargo, emisor y receptor deben compartir por lo menos algunos códigos para que se produzca la comunicación. Por ejemplo, cuanto una persona nos habla en un idioma que no conocemos y que no se parece al nuestro, no existe la posibilidad de que sus palabras nos produzcan sentido.
De todas maneras, en general, las situaciones en las que el malentendido es total no son comunes. Compartimos con las demás miembros de nuestra comunidad un conjunto de códigos (idioma, historia, costumbres, gestualidad) que hace posible la comunicación.
Según Hall, los códigos que intervienen en la recepción están relacionados con el lugar que cada persona ocupa en la sociedad y con la situación concreta en la que se lleva a cabo la recepción.
La visión de la sociedad que tiene Hall está basada en la concepción marxista de una sociedad organizada en clases, en la que el poder está distribuido en forma desigual. Según Hall, las diferencias en la recepción no dependen de la libertad individual o del gusto sino que son el resultado de la posición que ocupamos en la sociedad. Si bien muchos códigos son compartidos por todos los miembros de una comunidad, los distintos grupos ponen en juego códigos específicos. Un obrero no maneja exactamente los mismos códigos que el gerente de una empresa ni que un ama de casa, un estudiante o un empleado administrativo.

Factores que intervienen en la decodificación

El investigador inglés David Morley realizó una serie de estudios acerca de la recepción de programas de televisión sobre la base de la teoría de la codificación y la decodificación elaborada por Stuart Hall. En una investigación realizada entre 1975 y 1979, Morley analizó las diferentes interpretaciones del público respecto de un programa televisivo de actualidad inglés llamado Nationwide.
Morley hizo una serie de entrevistas a distintos grupos de personas (estudiantes, sindicalistas, gerentes, etc.) luego de mostrarles un episodio del programa, e identificó cuatro tipos de factores distintos que se combinan para determinar las variaciones en la decodificación.
1 La edad, el género, la raza y la clase social constituyen, de manera combinada, un primer factor.
2. Un segundo o factor está relacionado con la inserción que cada persona tiene en distintas instituciones como, por ejemplo, sindicatos o partidos políticos, grupos o movimientos sociales.
3. El tercer factor incluye el conocimiento que los distintos miembros de la audiencia tenían de los temas tratados por el programa a través de otros medios masivos o de su vivencia directa.
4. La situación concreta en la que se produce la recepción es el cuarto factor. La recepción se modifica si ésta se produce, por ejemplo, en el living de su casa con la familia, en un bar con un grupo de amigos o en un establecimiento educativo en el marco de una clase.
En 1986, Morley publicó un segundo trabajo (Family Television, que significa televisión en familia) sobre los distintos usos que la gente hace de los productos mediáticos y el sentido que se otorga a dichos productos. Para ello centró su atención en las distintas situaciones y las distintas maneras de “mirar televisión". Con esta expresión se acostumbra a designar actividades tan diversas como tener encendido el aparato durante un almuerzo familiar, ver dos programas simultáneamente o reunirse con amigos para volver a ver los mejores goles del domingo, entre otras.
Este estudio es interesante porque mirar televisión tiene un lugar privilegiado en el desarrollo cotidiano de la vida familiar. Ese contexto doméstico familiar es, para Morley, un punto de partida para investigar la recepción porque es allí donde los niños entablan la primera relación con los medios.
En Family television Morley llega a la conclusión de que, sin olvidar el contexto sociocultural, existen diferencias fundamentales en las maneras en que los miembros de una familia utilizan los medios de comunicación. Así, las decisiones sobre la selección de programas o las discusiones sobre su calidad, por ejemplo, evidencian cómo el poder se reparte en los distintos grupos familiares. En las familias el poder suele estar vinculado con el género (masculino-femenino) o con la edad. En muchos casos, por ejemplo, el control remoto del televisor está siempre en manos del padre o del hijo varón, y los demás ven los programas que ellos eligen. El autor llama “políticas del living-room” a las negociaciones que se realizan para elegir programas y en las cuales se ve la distribución desigual del poder entre los distintos miembros de la familia.

martes, 7 de julio de 2009

Consigna

Lean el texto sobre El Nuevo Periodismo y las dos crónicas que ya les han sido entregadas y que están pegadas una entrada más abajo (la de “Caracas sin agua” es de Gabriel García Márquez y la de Nueva Orleans es de Hinde Pomeraniec quien es corresponsal del diario Clarín) Les recomiendo que amplíen y busquen información sobre ambos hechos.
Consigna:
1) Analizar qué características del Nuevo Periodismo presentan las dos crónicas y justificar el análisis con citas extraídas de ambas. Aclarar si los autores “filtran” información periodística o estadística u opinión personal en ellas y cómo. Aclaren cómo está escrita la crónica (primera/tercera persona y tiempo verbal – pasado/presente). Además, deberán agregar cualquier impresión, conclusión, opinión y afirmar si les gustaron cada una de ellas o no y porqué.
2) Escribir una crónica sobre las vacaciones de invierno (tengan en cuenta los cambios de actividades de los jóvenes con la gripe A) La extensión mínima es de 400 palabras y se les sugiere la escriban utilizando un procesador de textos. Utilicen una variedad de recursos estilísticos y periodísticos (diálogos realistas, descripciones de personajes y de ambiente, escenas, varios puntos de vista, información periodística, estadística, etc.) del Nuevo Periodismo. Si quieren, pueden inventar un personaje que le otorgue una unidad de acción a la crónica, como hizo García Márquez con la crónica de Caracas. Presten atención a la puntuación, a los tiempos verbales y a no repetir palabras o frases.

Ante cualquier consulta, pueden escribir un comentario antes del 17/07.

El Nuevo Periodismo

EL NUEVO PERIODISMO

A mitad de la década del sesenta comenzó a aparecer en los Estados Unidos una nueva forma de periodismo que inquietó a la Literatura y que comenzó a ocupar un lugar importante dentro del género de la novela.

EL FUROR POR LA NOVELA
Hacia los años cincuenta publicar una novela exitosa (o, mejor dicho, “La Novela”) se había convertido en el sueño americano de cualquiera que tuviera un mínimo interés por las letras. Existía la creencia que con la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945) comenzaría una nueva edad de oro en la novela norteamericana comparable con la que tuvo lugar después de la Primer Guerra con autores como Hemingway, Dos Passos y Fitzgerald. Por entonces no existía el periodista literario; y, si algún periodista aspiraba seriamente a ese rango, debía abandonar el periodismo por la mala fama que éste tenía en el mundo de la Literatura.
Al comenzar los años sesenta los periodistas que se dedicaban a hacer reportajes[i] empezaron a intentar hacer un periodismo que se leyera igual que una novela. En ningún momento pensaron que la tarea que llevarían a cabo en los próximos diez años iba a destronar a la novela como máximo exponente literario y, al mismo tiempo, a revolucionar el periodismo inaugurando un nuevo género que, hasta la actualidad, es uno de los más difíciles de escribir y uno de los más leídos.
IGUALITO A UNA NOVELA
A partir de 1962 empezaron a aparecer los primeros reportajes que eran presentados con relatos breves formados por pequeñas escenas y pasajes explicativos que podían bien ser confundidos con el cuento corto. Lo que los diferenciaba de éste último era que contenían información que manejaban los reporteros y que trataban casos reales.
Así los periodistas salieron de sus escritorios y comenzaron a buscar datos reales con los que ilustrar sus relatos, casi como detectives, y no sólo lo hacían por el estilo novelístico en sí, sino para darle una mayor veracidad a sus reportajes. Los artículos periodísticos empezaron a utilizar cualquier artificio literario (diálogo, monólogo interior, narración, descripción) y a emplear varios géneros diferentes en forma simultánea.
El periodista, que hasta entonces jamás aparecía materializado en una nota, comenzó a incluirse en los reportajes, ya sea en tercera persona (como un personaje más de la historia) o, incluso, relatando en primera. Aún más, utilizaban más de un punto de vista para escribir un reportaje.
Aquellos periodistas estaban traspasando los límites convencionales del periodismo, pero no simplemente a lo que se refiere a la técnica. La forma de recolectar información que estaban desarrollando se les aparecía también mucho más ambiciosa. Era más intensa, más detallada y ocupaba mucho tiempo: debían reunir todo el material que un periódico persigo… y luego ir más allá. Iban a los lugares de los hechos a registrar escenas dramáticas, los diálogos, los gestos, los detalles del ambiente… y hasta revolvían tachos de basura para saber qué consumían sus personajes. La idea consistía en dar una descripción objetiva completa, más la vida subjetiva o emocional de los personajes a través de escenas completas, diálogo prolongado, punto de vista y monólogo interior. Para ello también se utilizaba en forma abundante los puntos, guiones, signos de exclamación, cursivas y ocasionalmente figuras de puntuación que no se habían empleado nunca ;;;;;;;;;;;;;;;;;;; e interjecciones, gritos, palabras sin sentido, onomatopeyas, empleo continuo del presente histórico, etc. La gente, especialmente los críticos literarios, comenzaron a parodiar este nuevo estilo. Y es que no ocurre muy a menudo que alguien se tope con un nuevo estilo, punto. Y si un estilo nuevo se creaba, no a través de la novela, ni del cuento, ni del poema, sino a través del periodismo… resultaba extraordinario.
LA TOMA DEL PODER
Fue a finales de 1966 cuando se oyó hablar por primera vez del “Nuevo Periodismo” y, aunque no era un “movimiento” porque carecía de manifiestos, clubs ni puntos de reunión, ya se había cobrado su tributo literario ¡y al contado!
La súbita aparición de este nuevo estilo de periodismo había provocado pánico en el escalafón de la comunidad literaria, la cual lo denominaba “Paraperiodismo” o una “forma bastarda” de hacer periodismo. Este escalafón era algo así como una división social de clases muy rígida, en la cual uno podía competir únicamente con gente de su misma categoría. La clase literaria más elevada la formaban los novelistas, comediógrafos y poetas… pero sobre todo los novelistas. Se les consideraba como los únicos escritores “creativos”. La clase media la constituían los “hombres de letras”: ensayistas literarios y los críticos. La clase inferior la conformaban los periodistas y casi no se percibía su existencia. Se les consideraba como operarios pagados al día que extraían pedazos de información bruta para mejor uso de escritores de mayor “sensibilidad”. En cuanto a los que escribían para las revistas populares y suplementos dominicales (las revistas de los domingos que salían junto con los periódicos), los llamados escritores independientes, ni siquiera formaban parte del escalafón.
Así fue cómo los que estaban en la cúspide del escalafón literario vieron que una horda de escritores de revistas baratas y suplementos dominicales, sin credenciales literarias, se permitían ignorar las categorías literarias que habían estado formándose durante casi un siglo. El pánico se propagó primero entre los hombres de letras. Si esa nueva forma de hacer periodismo conquistaba algún tipo de estabilidad literaria, los “hombres de letras” verían su escalafón cambiar de forma. Para darle una categoría literaria a lo que estos nuevos periodistas escribían, se empezó a categorizar sus trabajaos como “no-ficción”.
A SANGRE FRIA
La historia contada por Truman Capote sobre la vida y la muerte de dos criminales que exterminaron a una familia adinerada de granjeros de Kansas apareció en forma seriada en The New Yorker en otoño de 1965 y se publicó como libro en febrero de 1966. Causó gran sensación… y fue un golpe terrible para aquellos que confiaban en que el Nuevo Periodismo se iba a extinguir por sí mismo. No se trataba de algún oscuro periodista, sino de un novelista de larga reputación y que con este giro hacia la nueva forma de periodismo no sólo había resucitado su prestigio sino que lo había hecho aún mayor que antes. Gente de todas las clases leía su A Sangre Fría. El propio Capote no lo llamó periodismo; muy al contrario; afirmó que había inventado un nuevo género literario: “la novela de no-ficción”. Lo que el escritor estaba haciendo era intentar darle a su obra el sello del género literario de su época, para que los profesionales de la literatura lo tomasen en serio. A pesar de eso, su éxito dio al Nuevo Periodismo un impulso arrollador.
Capote pasó cinco años reconstruyendo la historia y entrevistándose con los asesinos en la prisión. Realizó un trabajo muy meticuloso e impresionante. Pero en 1966 empezaron a verse proezas en el campo del reportaje que resultaron extraordinarias. Había surgido una casta de periodistas que poseían el coraje de meterse en cualquier ambiente, incluso en sociedades cerradas. Así, no de ellos se incorporó a una compañía de infantería y escribió un libro sobre la guerra de Vietnam desde la primera línea de combate; otro acompañó en sus entrenamientos a un equipo profesional de fútbol americano y hasta jugó en cuarta base para realizar un producto literario que impactó tanto como el libro de Capote. Y el premio al mayor coraje se lo llevó un escritor independiente que “rodó” con los Ángeles del Infierno[ii] durante dieciocho meses hasta que estos le dieron una paliza y lo dejaron tirado en el suelo escupiendo sangre y dientes…
Hacia 1969 no existía nadie en el mundo literario que se permitiese desechar al Nuevo Periodismo como un género literario menor.
PINTORES DE UNA ÉPOCA
Los años sesenta constituyeron una de las más extraordinarias décadas de la historia de Estados Unidos de Norteamérica en lo que a costumbres y éticas se refiere. Las costumbres y las éticas hicieron la historia de los sesenta. Esta década no sólo se caracterizó por la guerra de Vietnam, la exploración del espacio, los asesinatos políticos… sino también como la década de las costumbres y las éticas, las maneras de vivir, las actitudes hacia el mundo que cambiaron al país más que ningún otro acontecimiento político. Pero los novelistas dieron la espalda y no relataron el abandono y el surgimiento de nuevas normas y las creencias, las formas para adquirir “dinero fácil”, la revolución swinger, el movimiento hippie, las terapias de grupo, los primeros militares negros, los movimientos radicales, los pacifistas, los racistas, las feministas, los marginados, el consumo de LSD y el movimientos psicodélico y los mega conciertos underground. Esto dejó un inmenso hueco en las letras norteamericanas y los únicos que se animaron a contar cómo se vivía por aquellos años fueron los nuevos periodistas. Estos paraperiodistas tenían todos los años sesenta locos de Estados Unidos, obscenos, tumultuosos, mau-mau, empapados de droga, para ellos solos.
EL REALISMO
Los periodistas descubrieron los procedimientos que le dieron a la novela realista su fuerza única, la “inmediatez”, como “realidad concreta”, como “comunicación emotiva”, así como su capacidad para “apasionar” o “absorber” al lector.
Estos procedimientos constaban –más o menos- de cuatro pasos básicos:
1) La construcción escena por escena, recurriendo lo menos posible a la mera narración histórica o cronológica.
2) El uso del diálogo realista que afirma y sitúa al personaje con mayor rapidez y eficacia que cualquier otro procedimiento individual.
3) El “punto de vista en tercera persona” que presenta cada escena al lector a través de los ojos de un personaje particular, para dejar al lector la sensación de estar metido en la piel del personaje y de experimentar la realidad de la escena tal como la está experimentando el personaje. Los periodistas habían utilizado con frecuencia el punto de vista en primera persona (“Yo estaba ahí”, “Este cronista que les escribe”), pero aquello había resultado en una gran limitación para relatar cómo los personajes de sus historias se sentían u opinaban respecto a un tema o situación. En cambio, comenzaron a realizar extensas entrevistas a sus personajes para saber sobre sus pensamientos y emociones y así incluso utilizar varios puntos de vista focalizando las narración en distintos personajes.
4) La relación de gestos cotidianos, hábitos, modales, costumbres, estilos de viajar, de comer, de llevar la casa, modos de comportamiento frente a niños, criados, superiores, inferiores, además de las diversas apariencias, miradas y otros detalles simbólicos que pueden existir en el interior de una escena. Estos símbolos del status de vida de las personas son más que un adorno. (Si releen la crónica sobre la campaña de De Narváez se darán cuenta que si se eliminan los detalles de que el candidato desciende de su jet privado y que toma bebidas Light, se pederían aquella relación del candidato con determinada clase social)
La combinación de estos cuatro procedimientos resultó en una forma que no es simplemente igual que una novela porque se beneficia de la ventaja que el lector sabe que todo esto ha sucedido.
Todos los Nuevos Periodistas dedicaban (y dedican) una gran extensión al análisis y la evaluación de su materia prima, aunque raras veces asumen un tono moralizante. Normalmente, canalizan sus opiniones a través de la voz de sus personajes. Y siempre escriben sobre lo que saben, sobre lo que han vivido…

(Este texto es parte de una síntesis de la primera parte del libro “El Nuevo Periodismo” de Tom Wolfe, Editorial Anagrama, Barcelona, 1973)

[i] Los reportajes, por aquellos años, eran todos aquellos artículos periodísticos que no entraban dentro de la categoría de noticia. Su forma actual es la de la crónica.
[ii] Los Ángeles del Infierno era una banda de motociclistas proscriptos.

sábado, 4 de julio de 2009

Crónicas

Chicos:
A continuación encuentran las dos crónicas que les deberían haber entregado en el colegio. Presten atención a la de "Caracas sin agua" porque en la copia que les dieron hubo un problema y no se veían muy bien la última línea en dos carillas. Vayan leyéndolas. El martes a la tarde publico el instructivo.
Inés

Caracas sin agua

CARACAS SIN AGUA

Después de escuchar el boletín radial de las 7 de la mañana, Samuel Burkart, un ingeniero alemán que vivía solo en un pent-house de la avenida Caracas, en San Bernardino, fue al abasto de la esquina a comprar una botella de agua mineral para afeitarse. Era el 6 de junio de 1958. Al contrario de lo que ocurría siempre desde cuando Samuel Burkart llegó a Caracas, 10 años antes, aquella mañana de lunes parecía mortalmente tranquila. De la cercana avenida Urdaneta no llegaba el ruido de los automóviles ni el estampido de las motonetas. Caracas parecía una ciudad fantasma. El calor abrasante de los últimos días había cedido un poco, pero en el cielo alto, de un azul denso, no se movía una sola nube. En los jardines de las quintas, en el islote de la Plaza de la Estrella, los arbustos estaban muertos. Los árboles de las avenidas, de ordinario cubiertos de flores rojas y amarillas en esa época del año, extendían hacia el cielo sus ramazones peladas.
Samuel Burkart tuvo que hacer cola en el abasto para ser atendido por los dos comerciantes portugueses que hablaban con la clientela de un mismo tema, el tema único de los últimos cuarenta días que esa mañana había estallado en la radio y en los periódicos como una explosión dramática: el agua se había agotado en Caracas. La noche anterior se habían anunciado las drásticas restricciones impuestas por el INOS a los últimos 100.000 metros cúbicos almacenados en el dique de La Mariposa. A partir de esa mañana, como consecuencia del verano más intenso que había padecido Caracas después de 79 años, había sido suspendido el suministro de agua. Las últimas reservas se destinaban a los servicios estrictamente esenciales. El gobierno estaba tomando desde hacía 24 horas disposiciones de extrema urgencia para evitar que la población pereciera víctima de la sed. Para garantizar el orden público se habían tomado medidas de emergencia que las brigadas cívicas constituidas por estudiantes y profesionales se encargarían de hacer cumplir.
Las ediciones de los periódicos reducidas a cuatro páginas, estaban destinadas a divulgar las instrucciones oficiales a la población civil sobre la manera como debía proceder para superar la crisis y evitar el pánico.
A Burkart no se le había ocurrido una cosa: sus vecinos tuvieron que preparar el café con agua mineral, le anunció que la venta de jugos de frutas y gaseosas estaba racionada por orden de las autoridades. Cada cliente tenía derecho a una cuota límite de una lata de jugo de fruta y una gaseosa por día, hasta nueva orden. Burkart compró una lata de jugo de naranja y se decidió por una botella de limonada para afeitarse. Sólo cuando fue a hacerlo descubrió que la limonada corta el jabón y no produce espuma. De manera que declaró definitivamente el estado de emergencia y se afeitó con jugo de duraznos.

Primer anuncio de cataclismo: Una señora riega el jardín

Con su cerebro alemán perfectamente cuadriculado y sus experiencias de guerra, Samuel Burkart sabía calcular con la debida anticipación el alcance de una noticia. Eso era lo que había hecho, tres meses antes, exactamente el 26 de marzo, cuando leyó en un periódico la siguiente información: "En La Mariposa sólo queda agua para 16 días".
La capacidad normal del dique de La Mariposa, que surte de agua a Caracas es de 9.500.000 metros cúbicos. En esa fecha a pesar de las reiteradas recomendaciones del INOS para que se economizara el agua, las reservas estaban reducidas a 5.221.854 metros cúbicos. Un meteorólogo declaró a la prensa, en una entrevista no oficial que no llovería antes de junio. Pocas semanas después el suministro de agua se redujo a una cuota que era ya inquietante, a pesar de que la población no le dio la debida importancia: 130.000 metros cúbicos diarios.
Al dirigirse a su trabajo, Samuel Burkart saludaba a una vecina que se sentaba en su jardín desde las 8 de la mañana a regar la hierba. En cierta ocasión le habló de la necesidad de economizar agua. Ella, embutida en una bata de seda con flores rojas, se encogió de hombros. "Son mentiras de los periódicos para meter miedo —replicó—. Mientras haya agua yo regaré mis flores." El alemán pensó que debía dar cuenta a la policía, como lo hubiera hecho en su país, pero no se atrevió porque pensaba que la mentalidad de los venezolanos era completamente distinta de la suya. A él también le había llamado la atención que las monedas en Venezuela son las únicas que no tienen escrito su valor y pensaba que aquello podía obedecer a una lógica inaccesible para un alemán. Se convenció de eso cuando advirtió que algunas fuentes públicas, aunque no las más importantes, seguían funcionando cuando los periódicos anunciaron, en abril, que las reservas de agua descendían a razón de 150.000 metros cúbicos cada 24 horas. Una semana después se anunció que se estaban produciendo chaparrones artificiales en las cabeceras del Tuy —la fuente vital de Caracas— y que eso había ocasionado un cierto optimismo en las autoridades. Pero a fines de abril no había llovido. Los barrios pobres quedaron sin agua. En los barrios residenciales se restringió el agua a una hora por día. En su oficina, como no tenía nada que hacer, Samuel Burkart utilizó su regla de cálculo para descubrir que si las cosas seguían como hasta entonces habría agua hasta el 22 de mayo. Se equivocó, tal vez por un error en los datos publicados en los periódicos. A fines de mayo el agua seguía restringida, pero algunas amas de casa insistían en regar sus matas. Incluso en un jardín, escondido entre los arbustos, vio una fuente minúscula, abierta durante la hora en que se suministraba el agua. En el mismo edificio donde él vivía, una señora se vanagloriaba de no haber prescindido de su baño diario en ningún momento. Todas las mañanas recogía agua en todos los recipientes disponibles. Ahora, intempestivamente, a pesar de que había sido anunciada con la debida anticipación, la noticia estallaba a todo lo ancho de los periódicos. Las reservas de La Mariposa alcanzaban para 24 horas. Burkart que tenía el complejo de la afeitada diaria, no pudo lavarse ni siquiera los dientes. Se dirigió a la oficina, pensando que tal vez en ningún momento de la guerra, ni aun cuando participó en la retirada del Africa Korp, en pleno desierto, se había sentido de tal modo amenazado por la sed.

En las calles, las ratas mueren de sed. El gobierno pide serenidad

Por primera vez en 10 años, Burkart se dirigió a pie a su oficina, situada a pocos pasos del Ministerio de Comunicaciones. No se atrevió a utilizar su automóvil por temor a que se recalentara. No todos los habitantes de Caracas fueron tan precavidos. En la primera bomba de gasolina que encontró había una cola de automóviles y un grupo de conductores vociferantes, discutiendo con el propietario. Habían llenado sus tanques de gasolina con la esperanza que se les suministrara agua como en los tiempos normales. Pero no había nada que hacer. Sencillamente no había agua para los automóviles. La avenida Urdaneta estaba desconocida: no más de 10 vehículos a las 9 de la mañana. En el centro de la calle, había unos automóviles recalentados, abandonados por los propietarios. Los bares y restaurantes no abrieron sus puertas. Colgaron un letrero en las cortinas metálicas: "Cerrado por falta de agua". Esa mañana se había anunciado que los autobuses prestarían un servicio regular en las horas de mayor congestión. En los paraderos, las colas tenían varias cuadras desde las 7 de la mañana. El resto de la avenida un aspecto normal, con sus aceras, pero en los edificios no se trabajaba: todo el mundo estaba en las ventanas. Burkart preguntó a un compañero de oficina, venezolano, qué hacía toda la gente en las ventanas, y él le respondió:
—Están viendo la falta de agua.
A las 12, el calor se desplomó sobre Caracas. Sólo entonces empezó la inquietud. Durante toda la mañana, camiones del INOS con capacidad hasta para 20.000 litros repartieron agua en los barrios residenciales. Con el acondicionamiento de los camiones cisternas de las companías petroleras, se dispuso de 300 vehículos para transportar agua hasta la capital. Cada uno de ellos, según cálculos oficiales, podía hacer hasta 7 viajes al día. Pero un inconveniente imprevisto obstaculizó los proyectos: las vías de acceso se congestionaron desde las 10 de la mañana. La población sedienta, especialmente en los barrios pobres, se precipitó sobre los vehículos cisternas y fue preciso la intervención de la fuerza pública para restablecer el orden. Los habitantes de los cerros, desesperados, seguros de que los camiones de abastecimiento no podían llegar hasta sus casas, descendieron en busca de agua. Las camionetas de las brigadas universitarias, provistas de altoparlantes, lograron evitar el agua. A las 12.30 el Presidente de la Junta de Gobierno, a través de la Radio Nacional, la única cuyos programas no habían sido limitados, pidió serenidad a la población, en un discurso de 4 minutos. En seguida, en intervenciones muy breves, hablaron los dirigentes políticos, un representante del Frente Universitario y el Presidente de la Junta Patriótica. Burkart, que había presenciado la revolución popular contra Pérez Jiménez, cinco meses antes, tenía una experiencia: el pueblo de Caracas es notablemente disciplinado. Sobre todo, es muy sensible a las campañas coordinadas de radio, prensa, televisión y volantes. No le cabía la menor duda de que ese pueblo sabría responder también a aquella emergencia. Por eso lo único que le preocupaba en ese momento era su sed. Descendió por las escaleras del viejo edificio donde estaba situada su oficina y en el descanso encontró una rata muerta. No le dio ninguna importancia. Pero esa tarde cuando subió al balcón de su casa a tomar fresco después de haber consumido un litro de agua que le suministró el camión cisterna que pasó por su casa a las 2, vio un tumulto en la Plaza de la Estrella. Los curiosos asistían a un espectáculo terrible: de todas las casas, salían animales enloquecidos por la sed. Gatos, perros, ratones, salían a la calle en busca de alivio para sus gargantas resecas. Esa noche a las 10, se impuso el toque de queda. En el silencio de la noche ardien te sólo se escuchaba el ruido de los camiones del aseo, prestando un servicio extraordinario: primero en las cali y luego en el interior de las casas, se recogían los cadáver de los animales muertos de sed.

Huyendo hacia Los Teques. Una multitud muere de insolación

48 horas después de que la sequía llegó a su puntó culminante, la ciudad quedó completamente paralizada. El gobierno de los Estados Unidos envió, desde Panamá, un convoy de aviones cargados con tambores de agua. Las Fuerzas Aéreas Venezolanas y las compañías comerciales, que prestan servicio en el país, sustituyeron sus actividades normales por un servicio extraordinario de transporte de agua. Los aeródromos de Maiquetía y La Carlota fueron cerrados al tráfico internacional y destinados exclusivamente a esa operación de emergencia. Pero cuando se logró organizar la distribución urbana, el 30% del agua transportada se había evaporado a causa del calor intenso. En las Mercedes y en Sabana Grande, la policía incautó, el 7 de junio en la noche, varios camiones piratas, que llegaron a vender clandestinamente el litro de agua hasta a 20 bolívares. En San Agustín del Sur, el pueblo dio cuenta de otros dos camiones piratas, y repartió su contenido, dentro de un orden ejemplar, entre la población infantil. Gracias a la disciplina y el sentido de solidaridad del pueblo, en la noche del 8 de junio no se había registrado ninguna víctima de la sed. Pero desde el atardecer, un olor penetrante invadió las calles de la ciudad. Al anochecer, el olor se había hecho insoportable. Samuel Burkart descendió a la esquina con la botella vacía, a las 8 de la noche, e hizo una ordenada cola de media hora para recibir su litro de agua de un camión sisterna conducido por boy-scouts. Observó un detalle: sus vecinos, que hasta entonces habían tomado las cosas un poco a la ligera, que habían procurado convertir la crisis en una especie de carnaval, empezaban a alarmarse seriamente. En especial a causa de los rumores. A partir de mediodía, al mismo tiempo que el mal olor, una ola de rumores alarmistas se habían extendido por todo el sector. Se decía que a causa de la terrible sequedad, los cerros vecinos, los parques de Caracas, comenzaban a incendiarse. No habría nada que hacer cuando se desencadenara el fuego. El cuerpo de bomberos no dispondría de medios para combatirlo. Al día siguiente, según anuncio de la Radio Nacional, no circularían periódicos. Como las emisoras de radio habían suspendido sus emisiones y sólo podían escucharse tres boletines diarios de la Radio Nacional, la ciudad estaba, en cierta manera, a merced de los rumores. Se transmitían por teléfono y en la mayoría de los casos eran mensajes anónimos.
Burkart había oído decir esa tarde que familias enteras estaban abandonando a Caracas. Como no habían medios de transporte el éxodo se intentaba a pie, en especial hacia Maracay. Un rumor aseguraba que esa tarde, en la vieja carretera de Los Teques, una muchedumbre empavorecida que trataba de huir de Caracas había sucumbido a la insolación. Los cadáveres expuestos al aire libre, se decía, eran el origen del mal olor. Burkart encontraba exagerada equella explicación, pero advirtió que, por lo menos en su sector, había un principio de pánico.
Una camioneta del Frente Estudiantil se detuvo junto al camión cisterna. Los curiosos se precipitaron hacia ella, ansiosos de confirmar los rumores. Un estudiante subió a la capota y ofreció responder, por turnos, a todas las preguntas. Según él, la noticia de la muchedumbre muerta en la carretera de Los Teques era absolutamente falsa. Además, era absurdo pensar que ese fuera el origen de los malos olores. Los cadáveres no podían descomponerse hasta ese grado en cuatro o cinco horas. Se aseguró que los bosques y parques estaban colaborando en una forma heroica y que dentro de pocas horas llegaría a Caracas, procedente de todo el país, una cantidad de agua suficiente para garantizar la higiene. Se rogó transmitir por teléfono estas noticias, con la advertencia de que los rumores alarmantes eran sembrados por elementos perezjimenistas.

En el silencio total, falta un minuto para la hora cero

Samuel Burkart regresó a su casa con un litro de agua a las 6.45, con el propósito de escuchar el boletín de la Radio Nacional, a las 7. Encontró en su camino a la vecina que, en abril, aún regaba las flores de su jardín. Estaba indignada contra el INOS, por no haber previsto aquella situación. Burkart pensó que la irresponsabilidad de su vecina no tenía límites.
—La culpa es de la gente como usted, dijo, indignado. El INOS pidió a tiempo que se economizara el agua. Usted no hizo caso. Ahora estamos pagando las consecuencias.
El boletín de la Radio Nacional se limitó a repetir las informaciones suministradas por los estudiantes. Burkart comprendió que la situación estaba llegando a su punto crítico. A pesar de que las autoridades trataban de evitar la desmoralización, era evidente que el estado de cosas no era tan tranquilizador como lo presentaban las autoridades. Se ignoraba un aspecto importante: la economía. La ciudad estaba totalmente paralizada. El abastecimiento había sido limitado y en las próximas horas faltarían los alimentos. Sorprendida por la crisis, la población no disponía de dinero efectivo. Los almacenes, las empresas, los bancos, estaban cerrados. Los abastos de los barrios empezaban a cerrar sus puertas a falta de surtido: las existencias habían sido agotadas. Cuando Burkart cerró el radio comprendió que Caracas estaba llegando a su hora cero.
En el silencio mortal de las 9 de la noche, el calor subió a un grado insoportable, Burkart abrió puertas y ventanas pero se sintió asfixiado por la sequedad de la atmósfera y por el olor, cada vez más penetrante. Calculó minuciosamente su litro de agua y reservó cinco centímetros cúbicos para afeitarse el día siguiente. Para él, ese era el problema más importante: la afeitada diaria. La sed producida por los alimentos secos empezaba a hacer estragos en su organismo. Había prescindido, por recomendación de la Radio Nacional de los alimentos salados. Pero estaba seguro de que el día siguiente su organismo empezaría a dar síntomas de desfallecimiento. Se desnudó por completo, tomó un sorbo de agua y se acostó boca abajo en la cama ardiente, sintiendo en los oídos la profunda palpitación del silencio. A veces, muy remota, la sirena de una ambulancia rasgaba el sopor del toque de queda. Burkart cerró los ojos y soñó que entraba en el puerto de Hamburgo, en un barco negro, con una franja blanca pintada en la borda, con pintura luminosa. Cuando el barco atracaba, oyó, lejana, la gritería de los muelles. Entonces despertó sobresaltado. Sintió, en todos los pisos del edificio, un tropel humano que se precipitaba hacia la calle. Una ráfaga cargada de agua tibia y pura, penetró por su ventana. Necesitó varios segundos para darse cuenta de lo que pasaba: llovía a chorros.

Desolación y olor a muerte en una Nueva Orleans desvastada

Lunes 05.09.2005 Clarín.com El Mundo
DESASTRE EN EE.UU. - CLARIN EN NUEVA ORLEANS: LA CIUDAD ARRASADA POR EL HURACAN KATRINA
Desolación y olor a muerte en una Nueva Orleans devastada
Clarín recorrió barrios cubiertos por aguas hediondas, donde las autoridades estiman que hay cadáveres sepultados. Toda la zona está militarizada. La histórica cuna del jazz es hoy la imagen del desamparo.
Hinde Pomeraniec. NUEVA ORLEANS ENVIADA ESPECIAL hpomeraniec@clarin.com"Move on, move oooon", grita histérico el policía cerca de Hartmond, en Louisiana, mientras acomoda los conos con los que se indica que hay un corte de ruta. Está nervioso y da miedo. Parece salido de una película de Tarantino y el argumento más lógico diría que el hombre debe enloquecer en los próximos dos segundos y comenzar a disparar. Hay mucho nervio por aquí, las colas de gente que quiere ir para el lado de Nueva Orleans es infinita y el calor revienta los sesos de cualquiera. Decidimos hacerle caso porque el sujeto no escucha razones. Llegamos hasta aquí a puro instinto, siguiendo un camino que nos trazó un colega de la CNN y los retenes se van poniendo cada vez más exigentes. Una fila infinita de camiones de todo tipo pone rumbo al oeste: electricidad, agua, comida, bomberos. Un desfile incesante de vehículos militares, con camiones del Ejército y hummers llenos de soldados que saludan a la gente, sacude la ruta llena de autos abandonados por falta de nafta y fragmentos de neumáticos reventados. También algún perro muerto. No paran de pasar los helicópteros por encima de nuestros cerebros.Voy con Pablo en un auto alquilado. Somos dos periodistas argentinos queriendo llegar a la ciudad que agoniza bajo el agua. Hace días que estamos haciendo base en Mobile y moviéndonos por Biloxi y Gulfport, en Mississippi, donde el huracán Katrina dejó un recuerdo imborrable de destrucción y muerte y ahora vamos hacia el lugar que el gobierno de EE.UU. dejó librado a su destino durante cinco días. Nueva Orleans sobrevivió en principio al huracán pero al día siguiente de su paso los diques que contenían al lago Pontchartrain cedieron y la cuna del jazz sucumbió. Quienes están ahí adentro cuentan cosas horribles. Que los muertos se amontonan en depósitos, que hay cadáveres por todos lados. Que la violencia de los despojados se disparó en un festival macabro de saqueos, violaciones y ataques a las fuerzas de seguridad.Una tremenda 4x4 se aparece en el camino. Desde adentro, alguien saca y muestra a los policías ubicados en el checkpoint una enorme placa que dice NBC, la cadena de la que es propietaria la General Electric y que aquí juega de local y fuerte. Keith, el chofer, tiene la mejor de las disposiciones. Va con un par de periodistas y nos dice que nos pongamos detrás suyo. Que él nos abre el camino y nos guía. Va para el centro de Nueva Orleans bordeando la mayor parte de la ciudad intransitable por el agua y ya entró varias veces. La conoce. Se lo ve seguro.Gracias al amigo americano, el policía de turno nos marca con tinta blanca indeleble el vidrio del auto, señal de que desde ahora en más no van a molestarnos. Al menos no tanto.Bordeamos colas interminables de gente que quiere volver a sus casas o visitar a parientes, o personas que llevan víveres o agua para los desamparados, más todo el resto del universo de la emergencia, que transporta desde generadores hasta remedios para las víctimas del desastre.Damos vueltas y vueltas; el escenario comienza a transformarse. Pantanos que dan miedo a cada lado de la ruta. Ingresamos a la ciudad, son los suburbios. Hombres y mujeres llevan en carritos de supermercados cajas que les acaba de dar el Ejército de Salvación. Cruzan tomando botellitas de agua. Algunos van en bicicletas, con su carrito al lado. Hay postes de electricidad tirados y cables sueltos por todos lados. Hay gente que está parada en las veredas con carteles. Piden comida. Un hombre en silla de ruedas mendiga y reza. A su lado, un adolescente se devora un paquete de papas fritas que le acaba de dar el chofer de la NBC. Más vueltas y vueltas por la Tchoupitolas, una calle que rodea el centro de Nueva Orleans. La ciudad está vacía y militarizada. Techos derruidos, árboles caídos, vidrios rotos. Mucha basura.A cada paso hay un vehículo con un soldado custodiando edificios y esquinas, Sobre la calle Eleonore, hay una serie de casitas típicas, de madera y balcón al frente, con pequeñas escaleras y puertas vaivén con mosquitero. Las hamacas están vacías y no hay siquiera viento que las mueva. Hay autos abandonados, otros destruidos, aplastados. Un Walmart es la foto de una película de anticipación. Totalmente cerrado, una decena de autos espera que sus dueños vuelvan a buscarlos.Las mansiones del boulevard Napoleón son mudos testigos del desastre. Se levantan imponentes en medio de un paisaje desolador de árboles arrancados y mugre esparcida. Las iglesias están cerradas. Es domingo y el silencio es total. Lo único que se escucha es el ruido de nuestro de miedo ¿¿No hay nadie aquí??A la derecha, un cartel indica que ahí está el Audubon Zoo y uno no puede dejar de preguntarse qué habrá sido de los animales de ese zoológico si a las personas las trataron con tanta indiferencia y desdén.El olor comienza a ser fuerte. Pablo dice que es olor a muerto y él sabe de eso. Le tocó cubrir para distintos medios el tsunami en el sudeste asiático en diciembre, y estuvo allí 15 días. Dice que la gente confunde el olor a cloaca y basura con éste, que es distinto, penetrante y dulzón hasta el vómito.Empiezan a aparecer señales de lo que fue una zona comercial de Nueva Orleans: Starbucks, Whole Foods Market, Bank of Nuew Orleans, dicen los carteles. Varios tienen maderas sobre los vidrios, pare evitar los saqueos. Por allí pasa un hombre muy delgado, camisa abierta, barba de días, ojos de noche. Es negro y tiene hambre. Es lo único que tiene. "Me quede sin casa y estoy solo", dice. Está descalzo.Un cartel en azul y blanco nos dice que somos bienvenidos al centro de Nueva Orleans. Vamos por Corondelet y Perdido (qué nombre para una calle en esta ciudad). Unos metros después está la plaza Lee Circle y ahí nomás se aparecen los nombres de cadenas de hoteles importantes: Intercontinental, Marriot.No se ve a nadie, las tareas de evacuación están dejando a este lugar completamente solo. Los carteles son tan familiares: Western Union, United Fruit and Company. Un café de la cadena Rue de la Course, en la Saint Charles, tiene todos los vidrios rotos y señales inequívocas del saqueo. Un hombre de pelo largo y blanco, vestido con un short, una camisa sucia y deshilachada y en pantuflas camina con una botella de cerveza vacía en la mano. Como si fuera un chupete, de a ratos la lleva a la boca. No va a ningún lado. Como pequeños fantasmitas, tres turistas alemanes pasean en bicicleta. Los hombres son rubios y cincuentones, ella tiene el pelo teñido de negro rabioso y varias cirugías. No queda claro qué buscan...Ahí está el agua. A la vuelta de la esquina comienza el antiguo barrio francés, hoy a la deriva tras la inundación. Hay agua por todas partes, son cursos desobedientes que se desvían caprichosos por las calles y que en algunos casos llegan a varios metros de profundidad. Tiene un color oscuro, muy oscuro. Hay olor a podrido y no se escucha ningún ruido. Dicen que no lejos de aquí hay un depósito con cientos de cadáveres. Pero quién se anima a meter un pie en estas aguas hediondas y con quién sabe qué colchón de podredumbre debajo.Dos policías con pasamontañas buscan intimidar a los revoltosos que se convirtieron en el nuevo enemigo de EE.UU. Katrina no puede ser un blanco: fue viento y voló. En cambio, aquellos que muestran el lado oculto del país más poderoso, los que amenazan, saquean, disparan y vociferan insultos contra el gobierno, se han convertido en el objetivo a perseguir con "tolerancia cero", como dijo George Bush.Los militares que siguen llegando en largos convoyes escoltan a los miles de solitarios desamparados que son transportados al aeropuerto Louis Armstrong, desde donde los desvían a distintos puntos del sur del país: Houston, San Antonio, Baton Rouge. El silencio es tan profundo que hasta parece un blues.

viernes, 1 de mayo de 2009

El Signo Lingüístico y Semilógico


Los signos



Definimos los mensajes como conjuntos de signos. En general, en los estudios de comunicación se trabaja con dos definiciones, aunque fueron muchos los que abordaron este tema.
Una de las definiciones de signo más conocidas es la de Ferdinand de Saussure que aparece en el texto Curso de Lingüística General (1916). Saussure se centró específicamente en los signos lingüísticos (los que forman el lenguaje verbal). Así definió la Lingüística como la ciencia que estudia estos signos verbales y la incluyó dentro de una ciencia más general, que se ocupa de la totalidad de los signos en la vida social, la Semiología, que dejó definida pero sin trabajar sobre ella. Saussure pensaba que era el estudio de la lengua el que constituiría el modelo para investigar otros signos.

El signo lingüístico
El primer problema con el que se encontró Saussure al estudiar el lenguaje fue el de su extraordinaria complejidad. El lenguaje pertenece a la vez al dominio individual y al social e incluye elementos físicos (el sonido), fisiológicos (el aparato vocal o fonológico) y psicológicos. Para poder conformar un objeto de estudio más homogéneo, Sausurre diferenció dos entidades: la lengua y el habla. Esta última fue definida como el uso de la lengua y, por ser cambiante e individual, quedó fuera del objeto de estudio de la Lingüística saussereana.
La lengua es la parte social del lenguaje: el conjunto de convenciones necesarias para comunicarnos, es decir, el código. Es un sistema compartido por toda la comunidad y, por lo tanto, social. El habla, por su parte, es el acto individual de puesta en uso, apropiación y actualización de ese sistema de convenciones que constituye la lengua. Cada uno de los hablantes realiza combinaciones empleando el código de la lengua para expresar su pensamiento, a través de ciertos mecanismos psicofísicos. Al tratarse de un acto individual, pensó Saussure, no es posible sistematizar los fenómenos del habla para su estudio, pero sí la lengua.
Un signo con dos caras
La lengua es un sistema formado por signos. Cada uno de estos signos está compuesto por dos partes: un concepto y una imagen acústica, que también se llaman significado y significante, respectivamente.
El significado es una idea asociada a una cadena de sonidos, el significante. Por ejemplo la idea que tenemos de “elefante” asociada a los sonidos e-l-e-f-a-n-t-e.
El significado es una representación psíquica. Esto quiere decir que el significado no sería, por ejemplo, el elefante como objeto real, sino la idea que en una sociedad se tiene por lo que es un elefante. El significante ha sido considerado la parte material del signo, el sonido, y permite que el significado se haga presente.

El signo es el producto de esta conjunción. No hay significado ni significante aislados uno de otro.
La relación entre el significante y el significado (llamada significación) es arbitraria. Esto quiere decir que no hay ninguna necesidad para que el significante e-l-e-f-a-n-t-e esté asociado a la idea de elefante; podría haber sido cualquier otra cadena de sonidos y, de hecho, en otros idiomas, la relación se da con otras cadenas de sonidos.

Ser lo que los otros no son
En la lengua, los signos forman un sistema. Esto significa que están relacionados unos con otros y que no podemos pensarlos en forma aislada. Saussure afirma que la lengua es un sistema de valores, pero no en el sentido corriente que le damos a esta palabra, como valor moral. Para Saussure, el valor de un signo es el lugar que ocupa en el sistema en relación con los demás signos. En un sistema, los signos se definen según el lugar que ocupan, por oposición a los otros elementos del sistema, a los otros signos. En otras palabras, cada uno de los signos es lo que los otros no son.
Si pudiéramos pensar los signos como entidades aisladas, la traducción de un concepto de una lengua a otra sería automática; es decir, a cada concepto le correspondería una palabra de la otra lengua, que tuviera el mismo significado. Pero como los signos forman un sistema en el cual cada uno de los otros no son, lo que ocurre es muy distinto. En castellano, por ejemplo la palabra “pez” tiene la misma significación que la palabra “fish” en inglés; sin embargo, ambas palabras no tienen el mismo valor. Mientras que en la lengua castellana hay casos en que el lugar de “pez” utilizamos la palabra “pescado” (para designar un plato de comida, por ejemplo), en inglés sólo se usa “fish” para todas las situaciones.
Comparando estos dos casos, vemos cómo cada uno de los elementos de la lengua adquiere su valor a partir de la relación con el resto.
Relaciones presentes y ausentes
Saussure afirma que los signos establecen dos tipos de relaciones, que denomina sintagmáticas y paradigmáticas.
Por un lado, cuado hablamos o escribimos, las palabras se ordenan linealmente, esto es una detrás de la otra (no podemos pronunciar dos palabras a la vez). Esta cadena de palabras se denomina sintagma, y en cada signo tiene relaciones con los otros signos presentes (de orden, de concordancia, etc.). Asimismo, cada signo adquiere su valor en relación con el anterior o siguiente. El término “tomar”, por ejemplo, no tiene el mismo valor cuando decimos “tomar sol”, “tomar agua” o “tomar un camino”.
Además, cada uno de los signos que aparecen en la oración también tiene relación con otros, que no están presentes pero a los que podemos vincularlos por distintos motivos. Por ejemplo “casa” se relaciona con palacio, departamento, choza, etc., porque son todas viviendas, y con pasa, masa, raza, por la rima, etc. Estas cadenas asociativas –que son infinitas- se denominan paradigmas.

El signo semiológico
El crítico y semiólogo francés Roland Barthes, quien vivió entre 1915 y 1980, fue uno de los intelectuales que intentó utilizar los conceptos de la Lingüística saussereana para el análisis de otros signos no lingüísticos. Se considera a Barthes fundador de la Semiología.
Según Barthes, los signos semiológicos también están compuestos por un significante y un significado. Por ejemplo un auto de determinada marca (significante) significa un determinado status social (significado): los espagueti se asocian a la cultura italiana, etc. Los objetos, imágenes o gestos funcionan como significantes del signo semiológico, ya que remiten a un significado que puede ser dicho a través de ellos.
La diferencia principal con los signos lingüísticos es que muchos significantes de los signos no lingüísticos –como el auto y los espagueti- son, además y principalmente, objetos de uso. Como consecuencia, en el marco de una sociedad, todo objeto de uso es, también, el significante de un signo. Cualquier abrigo, por ejemplo, sirve para protegernos del frío. Pero en nuestra sociedad no significa lo mismo usar un tapado de piel, una campera de cuero o un poncho.

jueves, 2 de abril de 2009

Guía Clase 4

1. Analicen la comunicación que se realiza dentro de la escuela como comunicación institucional.
2. Elijan una situación dentro del ámbito escolar (clase, charla en el recreo, acto escolar, etc.):
· Describan brevemente la situación: den cuenta de los personajes que forman parte de ella y los roles que ocupan.
· ¿Qué elementos de comunicación no verbal pueden identificar?
· Según lo estudiado hasta ahora, ¿se trata de una situación de comunicación interpersonal o institucional? ¿Por qué?
Para el hogar (única fecha de entrega el viernes 17 de abril)
3. Busquen un programa informativo en la radio y otro en la televisión. Indiquen de qué programa se trata en cada caso y descríbanlos. Analicen qué elementos verbales les llamaron la atención en cada uno de ellos. ¿Cuáles son comunes y cuáles son distintos?

Clase 4

Distintas formas de comunicación

En la vida social podemos encontrar formas de comunicación muy variadas. Existen, asimismo, distintas clasificaciones que dan cuenta de las mismas. Una de ellas es la que distingue entre la comunicación directa (que incluye la conversación interpersonal y la institucional) y la comunicación mediada o mediática.
La comunicación interpersonal
Una conversación entre compañeros de curso durante el recreo, una reunión familiar, un encuentro en un bar con amigos son situaciones de comunicación interpersonal. Este tipo de conversación tiene lugar en forma directa entre dos o más personas que se hallan físicamente próximas. Esto posibilita que puedan participar los cinco sentidos y, por esta razón, se denomina participación perceptual: mientras hablo con la otra persona, escucho sus palabras, observo su rostro, huelo su perfume, percibo la fuerza con que da la mano, etcétera.
Otra característica importante de la comunicación interpersonal es lo que algunos autores denominan la interdependencia comunicativa: cada uno de los participantes produce mensajes que son una respuesta directa a los mensajes elaborados por el otro o los otros participantes.
La importancia de lo no verbal en la comunicación interpersonal
El estudio de la comunicación no verbal ofrece la posibilidad de conocer desde las características personales hasta las pautas culturales de los que participan en una comunicación cara a cara. Los signos no verbales varían considerablemente en las distintas culturas. En el marco de una comunidad, las formas de comunicación no verbal están insertas en códigos, no escritos pero muchas veces con fuerza suficiente como para regular la manera de comportarnos en las más distintas situaciones. Así, por ejemplo, los saludos varían según la cultura y la situación.
Además, los signos no verbales ofrecen elementos acerca de la relación que existe entre los interlocutores (amistad, competencia, aversión, etc.), sobre la situación comunicativa (grado de formalidad o intimidad) o sobre el mensaje (subrayado, completando, contradiciendo, etc., el sentido de los signos verbales).

Cuando el cuerpo “habla”
La comunicación verbal no es suficiente para entender la mayor parte de los fenómenos comunicacionales. En el contexto interpersonal, es necesario tener en cuenta las características de la comunicación no verbal. Entre ellas, podemos identificar los siguientes tipos de signos no verbales:
El espacio
El contacto físico, las distancias a las que se sitúan los participantes de la interacción, la orientación y la postura tienen un significado. Entre los integrantes de una pareja de novios, por ejemplo, la distancia será menor y el contacto físico mayor que entre dos “viejos amigos”. El estudio de cómo el manejo del espacio se torna significativo en la comunicación interpersonal se llama proxémica.
Gestos y expresiones
Por otro lado, los movimientos del cuerpo constituyen una parte importante de lo que una persona está comunicando. Estos gestos funcionan como un conjunto y acompañan y completan el sentido de la interlocución verbal.
Los movimientos más significativos son los gestos que realizamos con las manos y con la cabeza. Muchos gestos son emblemáticos, es decir que tienen un significado determinado que podemos traducir con palabras, por ejemplo, mover lateralmente el dedo índice para decir que no. La expresión de la cara comunica, especialmente, emociones o actitudes. Las distintas posiciones de los ojos, la boca, las cejas o los músculos faciales pueden expresar sorpresa, indiferencia, alegría, enojo, etcétera. El estudio de todos los elementos que hacen que el cuerpo comunique se denomina kinésica.
La mirada
La mirada cumple funciones importantes en la interacción visual: observar las reacciones de los interlocutores mientras se está hablando, indicar que se ha captado una idea expresada por el otro, mostrar a quién se está dirigiendo.
El aspecto exterior
El aspecto exterior incluye un grupo de signos no verbales que no cambian durante la interacción: los rasgos de la cara, la configuración física, la vestimenta, el maquillaje, el peinado, etc. Estas señales sirven para transmitir diferentes significados como la edad, el género, los gestos, etcétera. La vestimenta es uno de los elementos más significativos ya que se encuentra, hasta cierto punto, bajo el control voluntario de la persona. Según como esté vestida una persona podemos inferir, por ejemplo, su pertenencia a un movimiento social determinado (hippie, rastafari, punk, blogger, etc.) o el tipo de situación en la que se encuentra (fiesta, partido de fútbol, colegio, etc.)
Tonos, ritmos y acentos
Finalmente, los aspectos no verbales incluyen las diversas formas de pronunciación, el tipo de voz, el ritmo y los sonidos no lingüísticos. Estos elementos dan cuenta, entre otras cosas, de la personalidad y el estado de ánimo de los interlocutores. Una personalidad con ansiedad, por ejemplo, tiende a hablar más rápido y con tono más alto, mientras que una persona triste suele hacerlo lentamente y con un tono más bajo.

La comunicación institucional
Una institución desarrolla básicamente dos tipos de comunicación. Por un lado, la comunicación interna entre las personas que pertenecen a ella y que cumplen distintos roles. Por otro lado, la institución se comunica con la sociedad de la que forma parte. Para ello, es frecuente que se utilicen mecanismos propios de la comunicación mediática.
Dentro de una institución, la comunicación puede abarcar una gama relativamente amplia de modalidades: la comunicación directa, que tiene lugar en las reuniones de trabajo y en los espacios compartidos, la de los circuitos que siguen los documentos que pasan por diferentes oficinas (por ejemplo, los expedientes en los juzgados), las comunicaciones escritas directas –a veces llamadas “memoranda”-, los intercambios de mensaje por correo electrónico interno, etcétera.
También, en algunos organismos de gobierno o grandes empresas es posible advertir pequeños sistemas de señalización, sobre todo en áreas abiertas al público. Algunas instituciones, además, editan boletines o publicaciones periódicas para empleados.
En las instituciones, las normas que organizan la comunicación están claramente reguladas, y muchas de ellas escritas, y sus miembros tienen la obligación de comunicarse mediante formas establecidas.
Estas normas varían de acuerdo con los roles que las personas desarrollan en estas instituciones. Todas las personas que interactúan en una institución desempeñan roles diferentes y de acuerdo con ellos tienen derechos, obligaciones y prohibiciones. Estos roles son muy importantes para organizar las formas en que circula la información. Los pedidos de compras, por ejemplo, tienen que comunicarse por escrito según un patrón determinado y, luego de ser firmados por el responsable del área que realiza cada pedido, se centralizan en una oficina encargada de efectuar las compras.
La comunicación no verbal es importante en el contexto institucional, aunque allí se encuentra más regulada que en los contactos interpersonales. La manera de vestirse, el manejo del espacio o la utilización de distintos tonos de voz van a estar en relación con la posición que ocupan los distintos interlocutores en la institución. Por otra parte, una gran cantidad de gestos o expresiones pueden estar directamente prohibidos en este contexto.
La comunicación mediada
Cuando definimos una comunicación como mediada estamos poniendo en relieve el papel mediador que tiene la tecnología en la comunicación. En realidad, esto puede ser discutido si pensamos que en todo acto comunicativo hay algún tipo de mediación, por ejemplo, el aparato fonador (los órganos que nos permiten hablar) en el mensaje hablado, el papel y el lápiz en el escrito. Sin embargo, estas mediaciones no son del nivel de complejidad del dispositivo tecnológico de los medios masivos.
Desde la invención de la imprenta en el siglo XV hasta el desarrollo de nuevas tecnologías como las redes informáticas, la comunicación mediática ha experimentado un crecimiento ininterrumpido.
Los medios masivos de comunicación
Cuando hablamos de medios de comunicación, estamos habituados a pensar inmediatamente en la radio y la televisión. Sin embargo, se pueden tener en cuenta otras posibilidades como el teléfono, los libros y las revistas, las propaladoras (vehículos con autoparlantes que circulan en los barrios), las cuales son formas de comunicación técnicamente mediadas.
Si ampliamos el concepto de medio masivo de comunicación se podría pensar que un concierto de rock constituye un recurso de comunicación masiva técnicamente mediada. El semiólogo Umberto Eco sostiene que las catedrales eran los medios masivos de la Edad Media: comunicaban a los fieles la palabra de Dios y transmitían una poderosa idea de la Tierra y del cielo desde su propio diseño arquitectónico y su decoración.
Los medios masivos de comunicación tienen algunas características comunes: por un lado, todos requieren de la intervención de un dispositivo tecnológico e instalan una relación impersonal entre emisor y receptor. Por otro lado, estos medios se denominan “masivos” porque permiten emitir mensajes que llegan simultáneamente a gran cantidad de receptores que no se conocen entre sí y que, tal vez, viven en lugares muy distantes unos de otros. Muchísimas personas de distintas edades, condiciones socioeconómicas y preocupaciones diversas leen cada día la misma edición del diario o acceden a la misma canción de moda a través de la misma radioemisora, sin necesidad de entablar ningún tipo de relación con otras personas.
La unidireccionalidad de los mensajes entre un emisor fuerte y muchos receptores anónimos y asilados deja de lado la posibilidad de respuesta. Por lo tanto, desde esta perspectiva, algunos pensadores reconocen que los medios masivos serían instrumentos de difusión más que de comunicación. Sin embargo, está discusión no está saldada y el desarrollo de las nuevas tecnologías ha dificultado sus términos. El uso de tecnologías como Internet permite que cualquiera pueda poner en circulación determinada información y utilizar la disponible de manera selectiva. Esto pone en cuestión el carácter principalmente difusor de los medios y la imposibilidad de los receptores de dar respuestas.
Los lenguajes de la comunicación mediada
Los productos de la comunicación mediática son variados y diversos. En primera instancia podemos advertir que están hechos sobre distintos materiales, que se denomina soportes: algunos mensajes son visuales, otros gráficos, otros sonoros. Desde otro punto de vista, difieren en sus temas, en sus destinatarios o en las estructuras de sus discursos, diferencias que nos permiten hablar de distintos géneros: son evidentes las diferencias entre un programa para chicos y un noticiero.
Lo verbal y lo no verbal en los medios
La palabra hablada o escrita es, como en la comunicación directa, un elemento esencial en los lenguajes mediáticos. Pero, como sucede en las otras formas de comunicación, no constituye el único elemento. En los diferentes medios masivos identificamos distintos tipos de signos no verbales. En el caso de los medios gráficos, como diarios y revistas, la organización de la página o del medio en su totalidad es uno de los aspectos a tener en cuenta. La distribución de las noticias, el espacio asignado a cada una, el tamaño de los títulos, la presencia o ausencia de fotografías son algunos de los elementos no verbales significativos.
La variación de estas características está relacionada con los distintos tipos de medios gráficos. Por ejemplo, los diarios tienen, generalmente, menos fotos que las revistas y los semanarios. En la radio, el tono, el timbre y el ritmo de la voz, los silencios y los sonidos no lingüísticos adquieren una importancia significativa.
En los medios cuyo soporte es la imagen, se utilizan frecuentemente aquellas señales no verbales que habíamos mencionado como propias de la comunicación directa; por ejemplo, la mirada de los conductores de televisión, los gestos de los actores de una serie o de una película tienen un significado, etcétera.
Las características de los distintos géneros van a determinar la combinación de los elementos significantes en cada medio. En los programas informativos, por ejemplo, el manejo de la cámara es distinto según la noticia se desarrolle como un relato dentro del estudio o muestre la nota realizada en el lugar de los hechos. También en estos casos es significativa la producción de la imagen: la cámara no se limita a mostrar una situación; por el contrario, una imagen es un recorte de la realidad que, como tal, selecciona algunos elementos y deja afuera otros. Este recorte constituye, entonces, una de las diversas dimensiones significativas del lenguaje audiovisual.

viernes, 27 de marzo de 2009

Tercera Clase

Vivir, una cuestión de comunicación

En nuestra vida cotidiana la comunicación ocupa un lugar muy importante. Diariamente realizamos actos la que involucran, en mayor o menor medida: leer el diario, escuchar la explicación de un profesor, asistir a una fiesta o tocar un instrumento en una banda. Podemos decir que vivir es, en gran medida, una cuestión de comunicación. Pero, ¿qué quiere decir ésta palabra?
El concepto de comunicación es muy complejo, no se puede definir con una frase, ni alcanza con el significado que indica el diccionario. Una primera manera de abordar este tema es pensar en el acto comunicativo como un circuito básico, en el que un emisor transmite un mensaje a un receptor. Por ejemplo, un profesor realiza una exposición sobre los primeros pobladores de lo que hoy es el territorio argentino a un grupo de alumnos. En esta cuestión, el profesor es el emisor, los alumnos son los receptores y la exposición es el mensaje.
Desde esta perspectiva, podríamos considerar actos de comunicación algunos fenómenos del reino animal. Por ejemplo, el león ruge cuando busca alimentos o ciertos animales dejan huellas para delimitar su territorio con el fin de que otros animales no entren.
Un buen ejemplo para analizar es el de las abejas. La forma en que las abejas organizan sus colonias llevó a muchos investigadores a pensar que éstas podían transmitir verdaderos mensajes. El fenómeno que más llamó la atención es la manera en que la abeja que descubre el alimento informa a las demás el lugar donde éste se encuentra, sin guiarlas hasta allí físicamente y sin contacto visual. Cuando la abeja vuelve a la colmena después de descubrir el botín, la rodean sus compañeras que reciben, según los casos, el polen o el néctar que ésta trae. A continuación, la abeja inicia una danza para transmitir a las otras dos “datos”: la distancia y la dirección a las que se encuentra el alimento. Después de la danza, una o varias abejas abandonan la colmena en línea recta hacia el lugar que la primera visitó.
En este caso, la abeja que vuelve a la colmena es el emisor; su danza, el mensaje; y las otras abejas, los receptores.

La comunicación humana
Si comparamos la comunicación de las abejas y la comunicación humana podríamos continuar ampliando el concepto de comunicación.

¿En qué se parecen los seres humanos a las abejas?
Un lingüista francés, Emile Benveniste, utilizó este fenómeno de “comunicación animal” para plantear las semejanzas y las diferencias con la comunicación humana y distinguir las características específicas de ésta última. Lo primero que destaca Benveniste es que, en ambos casos, el mensaje es un conjunto de signos que se refiere a determinados objetos. Los signos no tienen una relación necesaria con aquello que representan, no hay una continuidad entre el objeto y el signo, sino que los signos son entidades diferentes creadas para la comunicación. Esto quiere decir que son muy distintos entre sí el giro de la danza de las abejas (el mensaje) del lugar donde se encuentra el alimento (lo que se comunica). Esto también puede aplicarse a la comunicación humana: la palabra “casa” no tiene nada que ver con el objeto casa; podría haberse usado otro signo y, de hecho, en diferentes idiomas el mismo objeto se nombra con palabras distintas.
La segunda semejanza es que estos signos sólo pueden ser comprendidos porque pertenecen a un código. ¿Cómo sabemos que la palabra “casa” se refiere a ese objeto?, ¿cómo se dan cuenta las abejas que un giro de la danza significa que el polen está a determinada distancia? Esto es así, porque tanto los hablantes de una lengua como estos insectos usan un código, es decir un sistema de conversaciones mediante el cual los miembros de una comunidad pueden entenderse.
Cuando aprendemos a hablar y a comunicarnos, lo que aprendemos es el código de nuestra lengua, que utilizamos en la vida cotidiana junto con otros códigos, como las señales de tránsito o los gestos.

¿En qué no se parecen los seres humanos a las abejas?
Una diferencia importante es que las abejas envían mensajes pero no dialogan. Sus mensajes generan conductas (las otras abejas van hacia el lugar indicado), pero no otros mensajes como respuesta. En cambio, los humanos hablamos a otros que hablan.
Otro contraste es que sólo el lenguaje que usan los humanos para comunicarse puede funcionar como metalenguaje. ¿Qué significa esto? El metalenguaje es un lenguaje que se habla, no acerca de las cosas, sino sobre otro lenguaje. El lenguaje verbal humano puede ser metalenguaje de sí mismo. Con las palabras podemos decir, por ejemplo: “Esta palabra es un sustantivo”, “Juan gritó: ahí viene”, “María habló con tristeza”, “Lo que dijiste no me gustó”. Las abejas no pueden comunicar a otras abejas lo que otra abeja comunicó. Esta posibilidad de hablar acerca de los mensajes es condición de la comunicación humana. Esto es importante porque permite transmitir, estudiar, discutir y cuestionar los mensajes de otros.
Finalmente, una distinción importante es que el código de la comunicación humana es mucho más complejo, y por esta razón, les permite a las personas crear a partir de él (un código finito) infinitos mensajes y decir cosas que hasta el momento no habían sido dichas. Mientras tanto, entre las abejas siempre se transmitirá el mismo mensaje con la misma significación: determinada vuelta de su danza significará siempre determinada distancia.
En resumen, en la comunicación humana los mensajes son conjuntos de signos que representan cosas o ideas y que se construyen sobre un código, a partir del cual se pueden crear infinitos mensajes. Asimismo, el lenguaje humano permite hablar acerca de los mensajes y, por lo tanto, dialogar, discutir y transmitir lo que otros dijeron.

Dos maneras de pensar la comunicación
La idea de comunicación es muy compleja; hay incluso varias formas de definirla y de dar cuenta de los fenómenos comunicativos. Entre las varias concepciones has dos contrastes: aquella que considera la comunicación como transmisión de información y otra que la define como producción de significación.
Concebir la comunicación como transmisión de información implica pensar que ésta se produce de la siguiente manera: un emisor codifica un mensaje, es decir, pone sus ideas en un código, y otro lo decodifica. Para que la comunicación sea exitosa el código debe ser claro, preciso y sumamente estable. Cuando el código no cumple estas condiciones, la transmisión se entorpece.
Esta manera de pensar la comunicación es útil para dar cuenta principalmente de algunos tipos de mensajes, por ejemplo, los del semáforo o los de las señas de truco. Estos mensajes utilizan códigos sencillos, que no varían con el tiempo y que transmiten mensajes inequívocos. En el primer caso, cada luz nos informa: pase, espere o deténgase; en el segundo caso, por ejemplo, el guiño quiere defuir que tengo el as de bastos.
Sin embargo, en la vida social este tipo de transmisiones de información son sólo una parte limitada de los fenómenos de comunicación. Conviene introducir una segunda manera de concebir la comunicación como fenómeno de “significación”.
Sería muy raro o imposible que encontráramos en alguna ocasión una luz en semáforo que nos llevara a preguntarnos: “¿Qué significa esto?”. En cambio, sí es frecuente preguntarnos durante cualquier conversación: ¿Qué me quiso decir?”. Esto es así porque en la comunicación humana se ponen en juego códigos muy complejos y también varios códigos a la vez. Además del lenguaje verbal, intervienen el lenguaje de los gestos, los tonos de voz, la mirada, etc. Lo que una persona dice suele ser el resultado combinado de todo ello.
Además todos estos códigos no son completos ni estables ni totalmente claros. ¿Cómo nos comunicamos entonces? El receptor del mensaje tiene en cuenta todos estos elementos al mismo tiempo, y algunos más, y va construyendo –es decir, interpretando- una significación del mensaje que recibe. Los receptores realizan una interpretación de lo que los elementos del mensaje significan.
La cuestión puede tornarse todavía más complicada, porque para entender lo que efectivamente están comunicándonos, no sólo registramos todos esos detalles sino que también recurrimos a otros elementos. Por ejemplo: el conocimiento previo de la persona que nos habla, nuestra experiencia respecto de otras circunstancias en las que escuchamos decir cosas similares, nuestra apreciación del momento y las circunstancias en que se da el diálogo, etcétera.
Cuando pensamos los problemas relativos a la comunicación humana no podemos dejar de tener en cuenta la manera en que los signos atraviesan y constituyen todas y cada una de las dimensiones de la vida social.

Los signos
Definimos los mensajes como conjuntos de signos. En general, en los estudios de comunicación se trabaja con dos definiciones, aunque fueron muchos los que abordaron este tema.
Una de las definiciones de signo más conocidas es la de Ferdinand de Saussure que aparece en el texto Curso de Lingüística General (1916). Saussure se centró específicamente en los signos lingüísticos (los que forman el lenguaje verbal). Así definió la Lingüística como la ciencia que estudia estos signos verbales y la incluyó dentro de una ciencia más general, que se ocupa de la totalidad de los signos en la vida social, la Semiología, que dejó definida pero sin trabajar sobre ella. Saussure pensaba que era el estudio de la lengua el que constituiría el modelo para investigar otros signos.