martes, 7 de julio de 2009

El Nuevo Periodismo

EL NUEVO PERIODISMO

A mitad de la década del sesenta comenzó a aparecer en los Estados Unidos una nueva forma de periodismo que inquietó a la Literatura y que comenzó a ocupar un lugar importante dentro del género de la novela.

EL FUROR POR LA NOVELA
Hacia los años cincuenta publicar una novela exitosa (o, mejor dicho, “La Novela”) se había convertido en el sueño americano de cualquiera que tuviera un mínimo interés por las letras. Existía la creencia que con la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945) comenzaría una nueva edad de oro en la novela norteamericana comparable con la que tuvo lugar después de la Primer Guerra con autores como Hemingway, Dos Passos y Fitzgerald. Por entonces no existía el periodista literario; y, si algún periodista aspiraba seriamente a ese rango, debía abandonar el periodismo por la mala fama que éste tenía en el mundo de la Literatura.
Al comenzar los años sesenta los periodistas que se dedicaban a hacer reportajes[i] empezaron a intentar hacer un periodismo que se leyera igual que una novela. En ningún momento pensaron que la tarea que llevarían a cabo en los próximos diez años iba a destronar a la novela como máximo exponente literario y, al mismo tiempo, a revolucionar el periodismo inaugurando un nuevo género que, hasta la actualidad, es uno de los más difíciles de escribir y uno de los más leídos.
IGUALITO A UNA NOVELA
A partir de 1962 empezaron a aparecer los primeros reportajes que eran presentados con relatos breves formados por pequeñas escenas y pasajes explicativos que podían bien ser confundidos con el cuento corto. Lo que los diferenciaba de éste último era que contenían información que manejaban los reporteros y que trataban casos reales.
Así los periodistas salieron de sus escritorios y comenzaron a buscar datos reales con los que ilustrar sus relatos, casi como detectives, y no sólo lo hacían por el estilo novelístico en sí, sino para darle una mayor veracidad a sus reportajes. Los artículos periodísticos empezaron a utilizar cualquier artificio literario (diálogo, monólogo interior, narración, descripción) y a emplear varios géneros diferentes en forma simultánea.
El periodista, que hasta entonces jamás aparecía materializado en una nota, comenzó a incluirse en los reportajes, ya sea en tercera persona (como un personaje más de la historia) o, incluso, relatando en primera. Aún más, utilizaban más de un punto de vista para escribir un reportaje.
Aquellos periodistas estaban traspasando los límites convencionales del periodismo, pero no simplemente a lo que se refiere a la técnica. La forma de recolectar información que estaban desarrollando se les aparecía también mucho más ambiciosa. Era más intensa, más detallada y ocupaba mucho tiempo: debían reunir todo el material que un periódico persigo… y luego ir más allá. Iban a los lugares de los hechos a registrar escenas dramáticas, los diálogos, los gestos, los detalles del ambiente… y hasta revolvían tachos de basura para saber qué consumían sus personajes. La idea consistía en dar una descripción objetiva completa, más la vida subjetiva o emocional de los personajes a través de escenas completas, diálogo prolongado, punto de vista y monólogo interior. Para ello también se utilizaba en forma abundante los puntos, guiones, signos de exclamación, cursivas y ocasionalmente figuras de puntuación que no se habían empleado nunca ;;;;;;;;;;;;;;;;;;; e interjecciones, gritos, palabras sin sentido, onomatopeyas, empleo continuo del presente histórico, etc. La gente, especialmente los críticos literarios, comenzaron a parodiar este nuevo estilo. Y es que no ocurre muy a menudo que alguien se tope con un nuevo estilo, punto. Y si un estilo nuevo se creaba, no a través de la novela, ni del cuento, ni del poema, sino a través del periodismo… resultaba extraordinario.
LA TOMA DEL PODER
Fue a finales de 1966 cuando se oyó hablar por primera vez del “Nuevo Periodismo” y, aunque no era un “movimiento” porque carecía de manifiestos, clubs ni puntos de reunión, ya se había cobrado su tributo literario ¡y al contado!
La súbita aparición de este nuevo estilo de periodismo había provocado pánico en el escalafón de la comunidad literaria, la cual lo denominaba “Paraperiodismo” o una “forma bastarda” de hacer periodismo. Este escalafón era algo así como una división social de clases muy rígida, en la cual uno podía competir únicamente con gente de su misma categoría. La clase literaria más elevada la formaban los novelistas, comediógrafos y poetas… pero sobre todo los novelistas. Se les consideraba como los únicos escritores “creativos”. La clase media la constituían los “hombres de letras”: ensayistas literarios y los críticos. La clase inferior la conformaban los periodistas y casi no se percibía su existencia. Se les consideraba como operarios pagados al día que extraían pedazos de información bruta para mejor uso de escritores de mayor “sensibilidad”. En cuanto a los que escribían para las revistas populares y suplementos dominicales (las revistas de los domingos que salían junto con los periódicos), los llamados escritores independientes, ni siquiera formaban parte del escalafón.
Así fue cómo los que estaban en la cúspide del escalafón literario vieron que una horda de escritores de revistas baratas y suplementos dominicales, sin credenciales literarias, se permitían ignorar las categorías literarias que habían estado formándose durante casi un siglo. El pánico se propagó primero entre los hombres de letras. Si esa nueva forma de hacer periodismo conquistaba algún tipo de estabilidad literaria, los “hombres de letras” verían su escalafón cambiar de forma. Para darle una categoría literaria a lo que estos nuevos periodistas escribían, se empezó a categorizar sus trabajaos como “no-ficción”.
A SANGRE FRIA
La historia contada por Truman Capote sobre la vida y la muerte de dos criminales que exterminaron a una familia adinerada de granjeros de Kansas apareció en forma seriada en The New Yorker en otoño de 1965 y se publicó como libro en febrero de 1966. Causó gran sensación… y fue un golpe terrible para aquellos que confiaban en que el Nuevo Periodismo se iba a extinguir por sí mismo. No se trataba de algún oscuro periodista, sino de un novelista de larga reputación y que con este giro hacia la nueva forma de periodismo no sólo había resucitado su prestigio sino que lo había hecho aún mayor que antes. Gente de todas las clases leía su A Sangre Fría. El propio Capote no lo llamó periodismo; muy al contrario; afirmó que había inventado un nuevo género literario: “la novela de no-ficción”. Lo que el escritor estaba haciendo era intentar darle a su obra el sello del género literario de su época, para que los profesionales de la literatura lo tomasen en serio. A pesar de eso, su éxito dio al Nuevo Periodismo un impulso arrollador.
Capote pasó cinco años reconstruyendo la historia y entrevistándose con los asesinos en la prisión. Realizó un trabajo muy meticuloso e impresionante. Pero en 1966 empezaron a verse proezas en el campo del reportaje que resultaron extraordinarias. Había surgido una casta de periodistas que poseían el coraje de meterse en cualquier ambiente, incluso en sociedades cerradas. Así, no de ellos se incorporó a una compañía de infantería y escribió un libro sobre la guerra de Vietnam desde la primera línea de combate; otro acompañó en sus entrenamientos a un equipo profesional de fútbol americano y hasta jugó en cuarta base para realizar un producto literario que impactó tanto como el libro de Capote. Y el premio al mayor coraje se lo llevó un escritor independiente que “rodó” con los Ángeles del Infierno[ii] durante dieciocho meses hasta que estos le dieron una paliza y lo dejaron tirado en el suelo escupiendo sangre y dientes…
Hacia 1969 no existía nadie en el mundo literario que se permitiese desechar al Nuevo Periodismo como un género literario menor.
PINTORES DE UNA ÉPOCA
Los años sesenta constituyeron una de las más extraordinarias décadas de la historia de Estados Unidos de Norteamérica en lo que a costumbres y éticas se refiere. Las costumbres y las éticas hicieron la historia de los sesenta. Esta década no sólo se caracterizó por la guerra de Vietnam, la exploración del espacio, los asesinatos políticos… sino también como la década de las costumbres y las éticas, las maneras de vivir, las actitudes hacia el mundo que cambiaron al país más que ningún otro acontecimiento político. Pero los novelistas dieron la espalda y no relataron el abandono y el surgimiento de nuevas normas y las creencias, las formas para adquirir “dinero fácil”, la revolución swinger, el movimiento hippie, las terapias de grupo, los primeros militares negros, los movimientos radicales, los pacifistas, los racistas, las feministas, los marginados, el consumo de LSD y el movimientos psicodélico y los mega conciertos underground. Esto dejó un inmenso hueco en las letras norteamericanas y los únicos que se animaron a contar cómo se vivía por aquellos años fueron los nuevos periodistas. Estos paraperiodistas tenían todos los años sesenta locos de Estados Unidos, obscenos, tumultuosos, mau-mau, empapados de droga, para ellos solos.
EL REALISMO
Los periodistas descubrieron los procedimientos que le dieron a la novela realista su fuerza única, la “inmediatez”, como “realidad concreta”, como “comunicación emotiva”, así como su capacidad para “apasionar” o “absorber” al lector.
Estos procedimientos constaban –más o menos- de cuatro pasos básicos:
1) La construcción escena por escena, recurriendo lo menos posible a la mera narración histórica o cronológica.
2) El uso del diálogo realista que afirma y sitúa al personaje con mayor rapidez y eficacia que cualquier otro procedimiento individual.
3) El “punto de vista en tercera persona” que presenta cada escena al lector a través de los ojos de un personaje particular, para dejar al lector la sensación de estar metido en la piel del personaje y de experimentar la realidad de la escena tal como la está experimentando el personaje. Los periodistas habían utilizado con frecuencia el punto de vista en primera persona (“Yo estaba ahí”, “Este cronista que les escribe”), pero aquello había resultado en una gran limitación para relatar cómo los personajes de sus historias se sentían u opinaban respecto a un tema o situación. En cambio, comenzaron a realizar extensas entrevistas a sus personajes para saber sobre sus pensamientos y emociones y así incluso utilizar varios puntos de vista focalizando las narración en distintos personajes.
4) La relación de gestos cotidianos, hábitos, modales, costumbres, estilos de viajar, de comer, de llevar la casa, modos de comportamiento frente a niños, criados, superiores, inferiores, además de las diversas apariencias, miradas y otros detalles simbólicos que pueden existir en el interior de una escena. Estos símbolos del status de vida de las personas son más que un adorno. (Si releen la crónica sobre la campaña de De Narváez se darán cuenta que si se eliminan los detalles de que el candidato desciende de su jet privado y que toma bebidas Light, se pederían aquella relación del candidato con determinada clase social)
La combinación de estos cuatro procedimientos resultó en una forma que no es simplemente igual que una novela porque se beneficia de la ventaja que el lector sabe que todo esto ha sucedido.
Todos los Nuevos Periodistas dedicaban (y dedican) una gran extensión al análisis y la evaluación de su materia prima, aunque raras veces asumen un tono moralizante. Normalmente, canalizan sus opiniones a través de la voz de sus personajes. Y siempre escriben sobre lo que saben, sobre lo que han vivido…

(Este texto es parte de una síntesis de la primera parte del libro “El Nuevo Periodismo” de Tom Wolfe, Editorial Anagrama, Barcelona, 1973)

[i] Los reportajes, por aquellos años, eran todos aquellos artículos periodísticos que no entraban dentro de la categoría de noticia. Su forma actual es la de la crónica.
[ii] Los Ángeles del Infierno era una banda de motociclistas proscriptos.

1 comentario:

  1. En la parte de "PINTORES DE UNA ÉPOCA", repetiste la palabra ética tres veces en el mismo párrafo. Dejo en claro que en varias actividades del colegio nos remarcaste que evitemos repetir palabras.

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